Empecemos por el principio

Hola!, si recién llegás hoy al blog quizás quieras arrancar por el Día 1 para conocer como empezó esto.

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Día 365 – Terminar –

Bueno, se acabó, llegué, lo logré, fui capaz de encontrar algo que me hiciera feliz durante 365 días seguidos. Si, durante todo un año me tomé el laburo de sentarme cada noche, sin importar si tenía sueño, estaba en pedo o si había tenido un día de mierda y pensé en algo, aunque sea mínimo, que me haya ofrecido un instante de felicidad, un segundo de alegría, una sonrisa, algo que haya hecho que ese día valiera la pena, que no fuera un día más.

No les voy a mentir, me costó porque ya de por si creo que vivir no es fácil, pero se puede. El desafío que me impuse me ayudó a entender que en realidad no hay gente que es naturalmente feliz y gente infeliz, que la felicidad, así, como un estado natural, como se muestra en las películas o en las revistas no existe, creánme si alguien les dice lo contrario les miente o les quiere vender un libro de autoayuda. Es que no se trata ni de un don ni de algo relacionado al entorno ni a las circunstancias ni viene dada por la genética. Por el contrario uno si puede decidir si va a estar o no dispuesto a ser feliz que es  muy diferente y cuando entendés eso, cuando entendés que no depende de nada ni de nadie más que vos la libertad es absoluta y esa también hay que bancarsela porque el problema con la libertad es que muchas veces nos olvidamos que la tenemos o para que carajo vamos a usarla. Asíque ya saben el temita este de ser o no feliz, sólo depende de ustedes, de la actitud o el esmero que le pongan al asunto y los 364 posts anteriores son sólo un ejemplo de que no se necesitan grandes cosas para serlo.

En cuanto al blog, no voy a decir que escribirlo me hizo un poco feliz, aprendí mucho si, y sobre todo me ayudó a ganarle a muchos de mis miedos y prejuicios propios. En el día 1 dije que empezar algo, sea lo que sea, generaba una interesante cuota de  felicidad, producía adrenalina, curiosidad, expectativas y hoy en el día 365 digo que terminar algo, en este caso El proyecto felicidad, me genera las mismas sensaciones porque aunque uno tenga una idea nunca sabe bien que es lo que sigue, para dónde va, que será lo que vendrá.

Y como de terminar se trata este post y ya le había puesto este titulo hace unos días, casualmente, sin que sea algo premeditado y sin haber resulto la mayoría de mis conflictos, alcanzó con sólo una frase bastante pelotuda para decidir terminar con algo que me venía rondando en la cabeza hace tiempo. Asíque además de ponerle punto final a este blog decidí dar de baja a mi psicólogo porque al menos ese ya no me sirve  y claro, fue todo esto lo que ayer me hizo un poco feliz.

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Día 364 – El ayudamemoria –

No podría terminar sin antes hacer una lista de las cosas capaces de hacerme feliz de las que me ha quedado pendiente hablar. Y la hago no sólo para compartirla con ustedes sino para tenerla como ayudamemoria cuando un día en el que este cruzado se me pase por la cabeza pensar que no hay nada capaz de hacerme feliz.

En esta pequeña lista encontrarán algunas cuestiones de las que hasta hoy no me había percatado y otras que fueron dejadas de lado debido, en parte, a la autocensura.

El estacionamiento: Me gusta meter el auto bien adentro en los espacios de los estacionamientos de los shoppings para generarle ilusión a quien este buscando un lugar, piense que lo encontró y al acercarse vea que no.

Los fideos con manteca y queso: El plato de comida que más feliz me hace.

La venganza: A vos vecina bienuda que te saludé en reiteradas oportunidades y no me respondiste no sabés lo feliz que me hace verte venir y apurar el paso para llegar primero al ascensor y cerrarte la puerta en la cara.

El final: Antes de empezar a leer un libro leo la última oración para luego mientras leo la historia completa sacar conjeturas sobre a que podrá referirse esas últimas palabras que leí y esa pelotudez también me hace un poco feliz.

El aire: Cada vez que le inflo aire a las ruedas de la bici me siento mejor, como más grande, más preparado y voy mas envalentonado, no sé a que trastorno se debe pero es algo que también me ha hecho un poco feliz en alguna oportunidad.

Los 2 minutos: Si, esos dos minutos que vienen después de acabar y no creo que  haya nada más que aclarar sobre este punto.

El teléfono: Dentro de la infinidad de cosas odio con firmeza una de ellas es hablar por teléfono y mucho más oír su sonar. Por eso, cada vez que lo escucho y lo dejo ahí, tirado, sin atender me creo Muhammad Ali knockeando a su principal oponente y me siento un poco feliz.

Los impulsos: hacer cosas sin pensar tanto, no sé, renunciar al trabajo, irse de viaje sólo a un lugar desconocido, pedir la Stalker cuádruple de Burger King, pasar caminando por arriba de un auto que haya frenado sobre la senda peatonal o al menos pensar en ello, fantasear alguna de esas cosas, pensar en como sería guiarse sólo por los impulsos se que también puede hacerme un poco feliz.

En fin, no los quiero aburrir. Hubo un par de cosas de la lista que ocurrieron en el día de ayer y que, claro, me hicieron un poco feliz.

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Día 363 – El zapato –

Es así, no lo decidí yo, no está escrito en ningún lado pero es algo que se sabe. Hay leyes, códigos del subte o de las calles que es necesario cumplir, no por mi ni por mi ansiedad ni por mi intolerancia sino porque es así, porque corresponde, porque es lo que se debe.

Y si hay cárcel para el que roba y si hay juicio para el que mata no está demás penalizar a quien en el lado izquierdo de la escalera mecánica se queda parado frenándonos a todos los que queremos avanzar o a quien aún demostrando tener habilidad física para caminar decide hacerlo a una velocidad ridículamente lenta por los ínfimos pasillos del subte. No está bien que quien sube con una mochila del mismo tamaño de los bultos con los que las cholas cruzan la frontera se suba a un vagón o a un bondi atestado de gente, nos empuje a todos y no reciba una multa.

En realidad si lo pienso bien, nada de todo esto me jode tanto, casi no tomo subte ni bondi pero cuando me veo obligado a hacerlo y el malhumor aparece, sobre todo en estos días de calor, me convierto en una especie de oficinista de traje y me quejo de todo y puteo a todos.

El eligió caminar despacito en una hora pico en la que todos estamos apurados. No conforme con eso decidió zigzaguear en su andar inhabilitando a todo aquel que lo quisiera pasar cosa que todos sabemos que no se debe hacer. Por suerte estaba yo ahí implacable y certero para pisarle el talón y sacarle el zapato y mirarlo con mi mayor sonrisa mientras el se agachaba para volvérselo a poner. En mi mente se oyeron aplausos de cada uno de los que estaban ahí y mi espíritu enaltecido sintió que fue eso lo que ayer me hizo un poco feliz.

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Día 362 – La justicia –

Me es necesario confesar que en los 13 años en los que tengo a mi perro lo he usado en reiteradas oportunidades como arma contra algunos vecinos del edificio o de la manzana. Nada tiene que ver con hacer que Hito ataque o muestre su inexistente ferocidad a estos personajes que conviven junto a mi en los casi 10.000 metros que ocupa la manzana en la que vivo sino que por el contrario le he señalado lugares estratégicos y lo he invitado a hacer sus necesidades ahí, en el lugar donde pudiera vengarme de algún vecino maleducado.

Es así como cada noche lo invito a mear la reja de la de enfrente porque una vez hace como 10 años me amenazó con llamar a la grúa si volvía a dejar mi auto en su vereda aún cuando no tiene rampa para el auto. También ha dejado sus excrementos en la puerta del que una vez lo manguereó sorpresivamente porque lo vio haciendo pis en el poste de luz que está frente a su casa y en la cochera junto al auto del del 8vo B porque un día optó por hablarle a mi vieja en un tono muy poco amistoso durante una reunión de consorcio. Auto mal estacionado es auto meado y a las bicicletas de los vecinos del edificio que apoyan sin ningún cuidado las suyas sobre la mía les sucede algo parecido.

Quizás muchos puedan no estar de acuerdo con la justicia por mano propia o por perro propio como en este caso pero quiero que sepan que cada vez que le indicó a mi perro donde hacer sus cosas estoy haciendo que el mundo sea un poco más justo y eso hace que muchas noches cuando lo sacó, como sucedió hace sólo un rato, me sienta un poco feliz.

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Día 361 – La sorpresa –

Si sos un obsesivo controlador, si las cosas te gustan a tu modo, si muchas veces tu mente tiene una apertura casi tan nula como la de las piernas de una señora de 80 años seguramente tendrás esa sensación de nerviosismo que tengo yo cuando alguien te dice tengo una sorpresa para vos. Para qué? Cuá es la necesidad?

No podés elegir por que alguien ya eligió por vos, no podes opinar porque las sorpresas carecen de ese derecho, tampoco podés hacer eso tan lindo que es ponerte en contra porque no sabés contra que habría que hacerlo. Las sorpresas para nosotros los rompepelotas compulsivos equivalen a cortarle las alas a un pájaro o sacarle la bebida a un borracho.

Veamos sino el caso de una fiesta sorpresa, si alguien me organizará una por empezar putearía, desearía que más de la mitad de las personas que allí estuvieran no estén, me quejaría de la bebida y me parecería que no hay la suficiente comida y nada de todo esto tendría que ver con ser un desagradecido sino con esa imperiosa necesidad de ser quien decide o al menos quien opina.

Si sos así, y ojalá no lo seas porque es una cagada, vas a encontrar un grato momento el día en que te relajes y te dejes sorprender y en vez de pensar que odias las sorpresas porque nunca sabés de que se tratan pienses que de la persona que viene seguro va a ser algo que te va a gustar. A mi fue eso lo que ayer me hizo un poco feliz.

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Día 360 – Los nervios –

Créanme, nada pero nada ni siquiera la respiración o el pulso nos da mayores indicios de estar teniendo signos de vida como los nervios.

Nos comemos la uñas, nos dan dolores de panza, se nos cierra el estómago, se nos abre enormemente, movemos los pies como si un terremoto estuviese llevándose a cabo por dentro, nos enfermamos, se nos cae el pelo y hasta tenemos cambios de ánimo dignos de una señorita en pleno estadio hormonal. Los nervios surgen cuando algo pasa o mejor aún cuando sabemos firmemente que algo está por pasar y eso significa entonces que los engranajes se están moviendo, que el culo se está levantando de la silla, que algo hemos hecho, que nos estamos por arriesgar.

Seria una torpeza no marcar la diferencia entre los nervios, estos de los que estoy hablando yo, con el estrés, que a contra mano del primero surge más por una situación externa a nosotros y de la que muchas veces no logramos tener el control.

En mi caso cuando estoy nervioso suelo tener hambre, más hambre que de costumbre lo cual es un montonazo de hambre, y así estuve ayer, deglutiendo cuanto alimento pasaba frente a mi pero no me importó porque esos nervios tenían un sentido, me estaban indicando que estaba todo bien, que me estaba arriesgando, que eran parte de estar en movimiento y fue eso lo que me hizo un poco feliz.

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Día 359 – Los malos recuerdos –

No hay mal que dure cien años dice el dicho y es así como un día eso que nos atormentó, que nos tuvo tan mal, contra lo que puteamos tanto y que pensamos que nunca desaparecería se fue, no estuvo más y con su ausencia llegó el recuerdo.

Inofensivos y borrosos los malos recuerdos tienen el don de suavizarlo todo, de hacerlo más ameno aún a aquellos sucesos que, como su nombre lo indica, fueron poco felices y entre tanta suavidad hasta pueden llegar a desprender una risa que automáticamente nos hace pensar que todo pasa y que de todo se aprende.

Con el Ramo, mi compañero de aventuras laborales y otras y no tan laborales a veces lo recordamos a el, a quien nos la hizo parir, quien hizo que nuestras expectativas de vida disminuyeran alrededor de un 15% durante un año. Ya nada de todo eso importa, es un recuerdo, malo si, pero lejano el cual algunas veces rememoramos como quien se toca un moretón aún sabiendo que le va a doler y al hacerlo sentimos la misma tranquilidad que se siente al despertarse exaltado y darse cuenta que sólo se trató de un mal sueño. Y está ahí, intacto en nuestras cabezas y surge cuando necesitamos rememorar que aunque el presente no sea el ideal siempre se puede estar peor.

Hoy nos reímos y nos mofamos de nuestro ex jefe porque sólo quedó reducido a un mal recuerdo y fue eso lo que esta tarde me hizo un poco feliz.

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Día 358 – La cámara –

De repente todos terminamos frente a la cámaras. Si no es en un reality es en el Skype o en una videoconferencia o en la cámara de seguridad de un peaje o del supermercado o en alguna filmación casera mostrándonos en el peor estado etílico o en las otras, en las que si te descuidas terminan dando vueltas en cualquier página porno. Lo que antes era sólo para las celebridades que se disponían a mostrar su gracia a millones de espectadores hoy se convirtió en una actividad común y corriente de gente aún más común y más corriente.

La cámara es lo más cercano a estar ahí, en ese lugar o con esas personas con las que a veces nos gustaría estar. Me pasó con ET, me pasó con Woody Allen, me pasó con mi hermana y me pasó con algunas otras personas más. Las distancias se acortan y los kilómetros se vuelven escasos centímetros. Y no me vengan con que no es lo mismo que estar frente a frente porque ya lo sé. De todos modos una sonrisa, una mirada o un gesto que viaja por un cablecito y luego aparece vaya uno a saber como en una pantalla ya sea de cine, de tele, de la computadora o del portero eléctrico es algo que puede, como me pasó hoy, hacerte un poco feliz.

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Día 357 – La suplencia –

Llegó Enero, llegaron las vacaciones y muchos se fueron de viaje. Es por esto que si están atentos y observan bien notarán que en el día de hoy aparecieron al pasar nuevas caras. Es que llegaron ellos, los suplentes.

El portero suplente, el suplente del de seguridad, el suplente del paseador del perro, el verdulero suplente que suele ser algún primo del titular. Está también la mucama suplente que también suele ser pariente de la otra, el suplente de el del kiosco  y asi podría seguir. En estos 15 días nuestro paisaje diario cambiará, los actores de reparto de nuestras vidas serán otros y con ellos podrá llegar también un giro inesperado de la historia.

Son como un comodín que llegan para ponernos a prueba. Somos extremadamente antipáticos o la razón por la que no le seguimos la conversación al portero oficial es porque el nos cae mal? Tenemos algo contra el gremio de los kiosqueros o es simplemente que nos rompe las bolas el modo en el que ese, el que está todo el año, nos pide las monedas?

Verán también que uno se relaja ante el suplente. Nadie va a decirle a la empleada doméstica que estará con nosotros por escasos días que los libros así no se ordenan o que si los muñequitos están ordenadas de mayor a menor así deberían quedar, porque para qué? Cuál sería el motivo, si su tiempo en escena caducará en tan sólo un par de diálogos?

Notarán cierto interés en conocer un poco más sobre el nuevo y despreocupados le darán charla y no es que el año nuevo los haya hecho seres más humanos ni interesados por el prójimo sino que la temporalidad del suplente hace que este sea un ser inofensivo, a lo sumo si llega a ver en uno un gran conversador en nosotros en 15 días habrá desaparecido de nuestras vidas con la esperanza de reencontrarse alguna vez con aquel señor tan atento del que el oficial le habló tan mal. Y así transcurrirán estos primeros días del año, conociendo gente nueva o tomándonos vacaciones de algunos seres que se reparten líneas diariamente en nuestra obra.

Esta noche luego de confirmar que se trataba de una suplencia me dispuse a mantener una charla con el nuevo seguridad del edificio. Hablamos un poco de las noticias del día, del calor, de los boqueteros del banco y el se refirió a los pases en los equipos de fútbol pero yo rápidamente desvié el tema de la conversación. Se que me tendrá de punto y que me voy arrepentir de haberle hecho creer que me alegra que esté ahí para charlar todas las noches pero también se que podré activar mi modo simpático y sociable con la seguridad de que será sólo por dos semanas y que luego volverá todo a la normalidad, al ¨buenas noches¨ y ¨gracias¨ al que tengo acostumbrado al otro y es eso lo que hoy me hizo un poco feliz.

 

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