Día 102 – El justo equilibrio –

Después de una innumerable sucesión de batallas que terminaron en portazos, caras de culo y discusiones he firmado, hace ya algún tiempo, un acuerdo tácito con el gremio de los taxistas. Arduas y complejas fueron las negociaciones pero en el manuscrito mental que sentenciaba nuestra declaración de paz, ambos nos comprometimos a que intentaríamos ser equitativos y justos en la distribución de las monedas.
Sería así como yo le perdonaría los 20, 30 o hasta 70 centavos a un tachero que no tuviera cambio con la condición de que el siguiente me los cediera a mi cuando fuese yo el que estuviese faltante de monedas.

Esta equidad, al igual que los programas económicos de nuestro país, funcionó por algún tiempo pero las mezquindades y la viveza criolla de la estirpe tachera hicieron tambalear el acuerdo en las últimas semanas haciendo que nuevas batallas se volviesen a librar por ese bien tan preciado, las monedas.
Sin embargo es justo reconocer que en toda guerra hay pacifistas y si toman el móvil 234 de Taxi Porteño se toparán con uno de ellos.

Estaba llegando a mi casa cuando me di cuenta que había hecho mal el calculo y me faltaban 3 pesos para pagar el viaje. Le dije que me espere que iba a subir a buscarlos y me respondió que no, que estaba todo bien, que no era necesario, que me los guardara para otro viaje, volviendo así a recuperar el equilibrio que se había perdido en las últimas semanas, y fue eso, porque a veces se trata de cosas así de chiquitas, lo que hoy me hizo un poco feliz.